Paulina del Monte, Maestra en Psicología
La gratitud ha sido un valor muy presente para mí este año. Constantemente de manera consciente agradezco todo lo que tengo. Hemos tenido salud en mi familia más cercana, hemos mantenido nuestro trabajo y lo que más agradezco es que hemos mejorado aspectos de la relación familiar durante este tiempo de convivencia intensiva. Agradezco el espacio en el que vivo, la comida que tengo, las relaciones que he forjado, las oportunidades que me ha dado la vida para estar donde estoy.
Por supuesto, la vida me lleva a reconocer y vivir las pérdidas, perdí a un tío muy querido, tengo familiares que están sufriendo pérdidas de trabajo y enfrentando grandes incertidumbres económicas, y todos hemos perdido libertad de movimiento, libertad de decisión, entre muchos otros cambios.
Reconozco el efecto de esta experiencia de pandemia en mi mente y en mi cuerpo, reconozco que representa un gran reto para mí vivir con miedo, con un nivel constante de miedo que se ha mantenido durante poco menos de un año. Reconozco que me requiere de una disciplina física y mental compensar este estrés, mantener pensamientos y cuerpo sanos. Esto representa un compromiso conmigo misma que quisiera mantener y acrecentar en este año que comienza. He tratado de meditar muy seguido, hacer ejercicio, cuidar mis pensamientos, y reírme lo más que puedo por cada ocurrencia de los niños, o payasada que se me ocurre hacer.
Ahora empieza el año 2021 y esto representa un cambio de ciclo, representa para muchos una esperanza y renovación. Te invito a hacer este pequeño ejercicio para comenzar el año con claridad e intención.
Comienza con tomar una hoja y pluma, escribe libremente lo que ha representado para el 2020. Deja salir las ideas sin juicio, sin fijarte en puntuación u ortografía, solo escribe lo que venga a tu mente. Escribe lo que te ha pesado y quisieras poder soltar. Identifica lo que te molesta o te duele y exprésalo en la hoja. Posteriormente, haz un pequeño ritual con esa hoja, prende una vela, o simplemente respira profundo y deja ir esa hoja, puedes romperla, o quemarla con mucho cuidado. Invita a tus familiares cercanos a hacerlo contigo en este pequeño ritual.
Después de reconocer lo vivido, honrar lo aprendido y tratar de soltar las cargas innecesarias, podemos pasar a proyectar, visualizar, soñar, para luego llevar a cabo pasos que disfrutemos, que nos lleven a lograr objetivos en diferentes áreas de nuestra vida. Te comparto algunas de las áreas importantes en las que nos podemos enfocar: familia y amigos, finanzas, ambiente, salud, diversión y recreación, crecimiento personal y trascendencia, entre otras áreas de desarrollo que tú encuentres en tu vida y que sean importantes de acuerdo a la etapa que estás viviendo.
Te propongo escribir una pequeña acción con día y hora de la semana para trabajar dos o tres áreas en las que te quieras enfocar, pueden ser las más olvidadas, o pueden ser las más importantes para ti.
Tú elige el criterio, lo importante es comprometerte a un pequeño paso, posible y concreto que te de satisfacción realizar. A partir de esta satisfacción será más posible generar un cambio de hábitos y mantener la disciplina que te lleve a lograr tus metas y tus sueños. Por ejemplo, si vives sola o te sientes solo, comprométete a brindar tu ayuda a algún vecino, pregunta si alguien necesita algo, o puedes hablar por teléfono con alguien de manera regular para estar al tanto de cómo están en el confinamiento. Esto promueve la cohesión comunitaria, la sensación de ser útil, y forjar relaciones en un momento de desconexión física.
Yo lo escribí en una hoja que tengo pegada en mi lugar de trabajo, así no lo olvido. Te recomiendo compartir estos proyectos con alguien para fomentar tu compromiso.
Así una vez, reconocido lo vivido, atendido nuestras emociones, podemos acompañar este momento inaudito y crítico con convicción de cómo somos y qué queremos de nuestros momentos. Te deseo mucha salud, paz y fortaleza para caminar esta vereda desconocida que nos tocó experimentar. Confío plenamente en nuestra gran capacidad de adaptación y resiliencia, mientras tanto podemos unirnos en el dolor y la pérdida, así compartir todo lo que sí tenemos para engrandecer la belleza de la vida y de los momentos.