Maestra en Psicología Paulina del Monte
Cuando somos niños, todo es nuevo, tenemos instinto e inteligencia y vamos adquiriendo a base de repetición e imitación, muchas habilidades. Desde empezar a caminar, hablar, relacionarnos, jugar con una pelota, jugar con las muñecas, cochecitos, lavarnos los dientes, en fin, muchísimas habilidades que vamos perfeccionando con el pasar del tiempo. Nuestro contexto es determinante en cuanto a las habilidades que adquirimos. Si vivimos en la ciudad, aprendemos a cruzar la calle mirando a los dos lados, no soltar la mano de mamá o papá cuando caminamos en la calle, por dar un ejemplo entre muchos otros.
Nuestros padres o cuidadores influyen muchísimo en este proceso. A veces los padres somos muy cuidadosos, podemos tener conductas de sobreprotección, en un contexto inseguro, y esto puede llevar a una limitación importante en el desarrollo de dichas habilidades.
Por otro lado, si tendemos a la negligencia, también se puede ver limitado el desarrollo al enfrentar grandes miedos o inseguridades en la adquisición de habilidades. Por lo tanto, un ambiente seguro, con acompañamiento, dirección y contención ante la frustración, es el ideal para fomentar la adquisición de habilidades desde las más básicas de supervivencia o auto cuidado, a las más complejas como aprender idiomas nuevos, cocinar, deportes, desarrollo musical y artístico, entre muchas otras áreas de desarrollo del ser humano, así como desarrollar las habilidades que nos pueden llevar a nuestra manutención e independencia económica.
Nuestro cerebro y su capacidad cambia con la edad, madura, crece, algunas capacidades son mejores en la juventud y otras mejoran con la edad. La acumulación de conocimiento y experiencia aumentan con la edad, madurez, perspectiva y estabilidad emocional también.
Algunos psicólogos han estudiado estas habilidades y notan que cuando aprendemos tres nuevas materias en la misma etapa de vida, aprendemos mejor. Podemos observar como ciertas habilidades como la velocidad de procesamiento mental sí disminuye con la edad. Por otro lado, la importancia de tener guía y retroalimentación de un maestro o entrenador, ayuda muchísimo a mantener la motivación y manejar de mejor forma la intolerancia a la frustración.
Entonces ¿qué podemos hacer para seguir desarrollándonos mientras crecemos? Aquí tengo algunas propuestas para que no te limites en este camino:
- Se consciente de que vas a sentir frustración y que como en muchos momentos, tendrás que tolerar esta emoción para poder avanzar. Ajusta tu expectativa y establece metas cortas para que la frustración no te sobrepase y abortes la misión.
- Elige actividades que te gustan y que te cuesten un poco de trabajo, pero también que sepas que tienes alguna fortaleza en esa área. De esta manera lograrás encontrar momentos de “fluir”. Fluir se presenta en ese momento en dónde me concentro en algo que me gusta y que sí me cuesta trabajo, pero no tanto trabajo que pierda interés. Enfócate en tus fortalezas.
- Permítete sentirte vulnerable, muestra tu lado imperfecto, todos lo tenemos, y de ahí surgen muchos cambios y movimientos importantes. Si no nos colocamos, en ese lugar vulnerable, nos rigidizamos y no crecemos. Se ha demostrado que permitirte la vulnerabilidad es un paso importante para el desarrollo de grandes logros.
- Vive el presente, respira profundo cuando estés realizando la actividad y repite: “estoy cocinando algo nuevo”, “estoy haciendo taichí por primera vez”. Esto te permitirá disfrutar más y meditar al mismo tiempo, la actividad será mas relajante y satisfactorio.
- Encuentra modelos a seguir, inspírate con maestros, mentores, personas que hayan recorrido los caminos que te gustaría andar, averigua qué y cómo lo hicieron.
- Por último, agenda tiempos, con fecha y hora, para comprometerte a llevarlos a cabo. A veces, ayuda compartirlo con alguien para tener cierta presión sana para llevarlo a cabo.
Espero que esta reflexión nos sirva de motivación, si no, solo realiza una actividad nueva por dos minutos, aunque no sientas motivación. A veces, cuando empezamos a hacer algo, es ahí donde surge la motivación y no al pensar en hacerlo.
Nuestra mente tiene capacidades que nos puede sorprender, y la edad nos puede cambiar y representar pérdidas pero también muchas ganancias, tomemos ventajas de éstas.